Cómo hacer nacer una aventura a partir de un romance de una noche:
Con 50 años cumplidos, teniendo tanto una joven amante como una esposa madura, jamás podría haber imaginado que podría tener todavía una vez más una nueva historia que dejara una marca en mi vida, sobre todo teniendo en cuenta que mis dos mujeres ya me tienen bastante ocupado.
Sin embargo, durante un breve viaje a Tenerife, donde había ido para proyectar un nuevo plan de negocios para mi nueva actividad, conocí a dos jóvenes mujeres que me hicieron sentir, nuevamente, la emoción de una aventura.
Página de "aventuras" galardonada
Durante mis búsquedas de un apartamento a buen precio, me encontré repetidamente con un joven hombre que también buscaba un lugar donde quedarse, que fuera menos costoso que un hotel. Finalmente decidimos buscar juntos: entre ambos de seguro lograríamos encontrar un alojamiento asequible.
El único problema era que mi nuevo compañero de casa no aprobaba mis planes para el día siguiente. Le había explicado que pasaría todo el día escribiendo en el ordenador. “Debemos salir, ¡experimentar! Después de todo, ¡estamos aquí para divertirnos!”, decía. Y tanto lo dijo que, unos días después, fuimos juntos a un local vecino. Mientras yo me ocupaba de mis asuntos disfrutando de la música, él había empezado a buscar mujeres con quienes entablar conversación.
En un cierto punto regresó a mi lado y me preguntó qué pensaba de las dos muchachas a las cuales había invitado a beber. Yo las miré y, sin pensarlo mucho, dije: “Yo quiero a la morena, que es más voluptuosa”. A él le pareció bien así, ya que prefería a la rubia de todos modos, porque -como había podido comprobar mirando debajo de su falda- había buenas probabilidades de que estuviera rasurada. Luego de ponernos de acuerdo, entonces, regresamos con las chicas y las invitamos a cenar la noche siguiente. Cocinaríamos para ellas en nuestro piso. Aceptaron complacidas.
El día siguiente, habíamos comprado ingredientes de óptima calidad para ofrecer a nuestras nuevas amigas un banquete espectacular. Debo decir que entre la morena y yo se había encendido una chispa de inmediato, y también la rubia parecía estar más interesada en mí que en mi compañero de piso. Me di por lo que sucedió bajo la mesa durante la cena: yo estaba sentado entre las dos mujeres y, mientras levantaba la falda de la morena, la rubia me había metido una mano en los pantalones y había ido directamente al grano, procurándome una potente erección. Además, había tomado mi mano izquierda y se la había colocado en las bragas. En ese punto tuve la confirmación de que tanto ella como su amiga morena estaban no solo rasuradas, sino también ya bien mojadas.
La noche apuntaba a su fin, y con ella también el breve viaje que había programado. Como podéis imaginar, sin embargo, no pretendía renunciar a una oportunidad del tipo, por lo que rápidamente escribí a casa -tanto a mi mujer como a mi amante- diciendo que prolongaría mi estadía en Tenerife porque aún no había terminado de organizar el plan comercial para el cual había ido. En los días y semanas siguientes me divertí con las dos muchachas apenas conocidas. Incluso hicimos planes para continuar nuestra aventura después de las vacaciones. Mi nuevo amigo, luego, me ayudó con la redacción de mi famoso plan comercial, contratando por Internet a un experto que escribió todos los documentos por mí.
Así, tuve mucho tiempo para dedicar a aquellas dos bellas chicas. Durante esas vacaciones fue fácil, pero la situación prometía tornarse más complicada luego de mi regreso a casa. Me encontré preguntándome si tener relaciones con todas esas mujeres al mismo tiempo me metería en problemas tarde o temprano. Afortunadamente, no tuve que resolver el dilema, ya que mi nueva actividad precisa que pase mucho tiempo fuera de casa. La organicé a propósito así. Además de Tenerife, también viajo seguido a Canarias, siempre por negocios. A menudo rento un gran piso e invito por turnos a una de mis mujeres a venir a encontrarme. Las dos muchachas que conocí en Tenerife suelen llegar juntas, también en sentido figurado… ¡si comprendéis lo que quiero decir! Si fuera por mí, las cosas podrían marchar así por años. Mientras que pueda trabajar, podré disfrutar a todas mis mujeres sin meterme en problemas. Veremos si lo lograré una vez que me retire.
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