¿Qué piensan los hombres sobre el engaño?

Ya en esta pregunta encontramos el primer error. Al fin y al cabo, el “pensar” en el sentido de auto-reflexión o de conclusiones lógicas tiene poco que ver con el engaño masculino.

Infieles reconocidos, procedentes de todas las capas sociales y ambientes culturales, han confirmado que el deseo de aventura extra-conyugal no está asociado de ninguna manera al cerebro. Además de las hormonas, que vencen a los pensamientos morales en una aventura de una noche, también juega su papel un antiguo modelo biológico, que a su vez se encuentra con frecuencia en la naturaleza.

Mientras que la mujer, durante el sexo, busca inconscientemente un padre para sus futuros hijos y desea así una relación estable, la pareja masculina está ansiosa de esparcir su semen a las máximas destinatarias posibles.

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Antes de desesperarte, naturalmente no somos animales y los tiempos en los que el hombre primitivo agarraba el cabello de la mujer en sus cavernas está ya muy lejano. Cierto es también que la mujer moderna ha aprendido a distinguir el sexo del amor y por tanto cuándo es infiel. Sin embargo, estos son mecanismos innatos en cada hombre, siempre que éstos sean sexualmente activos.

Una mirada dentro de la historia del engaño

Esta podría ser la causa de muchos modelos sociales del pasado, cuando los amantes no solo eran aceptados o tolerados sino que con frecuencia tenían también el poder de influenciar las decisiones políticas. Es interesante el vínculo existente detrás de las posibilidades sexuales y la potencia social y económica de cada hombre. De nuevo, este es un modelo que se ha heredado hasta nuestros días.

Esto suscita, además de otras cosas, una pobre imagen para las mujeres que utilizan su erotismo como instrumento y muestra también, incluso lo fuerte que puede llegar a ser su efecto. Todo ello proviene de épocas precedentes, recreado en todos los matrimonios de conveniencia y con el patriarcado, protagonizando una historia realmente larga que evolucionó a la emancipación y las nociones modernas del amor romántico asociado a la eterna fidelidad. La revolución sexual de los años 60 no podía cambiar estos principios arcaicos que habían sido válidos durante siglos.

Esta no es realmente una excusa para llevar a cabo el engaño de tu pareja, pero sí al menos una explicación que ayuda a comprender mejor las relaciones. A propósito de ello, todos deberíamos tener el coraje de mirarnos al espejo y reflexionar sobre nuestra propia idea de las relaciones. ¿Es la fidelidad sexual de verdad esencial para el funcionamiento de una relación y una convivencia feliz? ¿No podrían ser consideradas las aventuras eróticas como un enriquecimiento? Cada uno debe encontrar su propia respuesta personal a esta pregunta.

 

La búsqueda del cambio como causa del engaño

“¡Vaya!”, dirás, mi marido es un poco extraño, ¿por qué quiere demostrar su poder y extender su esperma por todas partes? Aparte del hecho de hacerlo inconscientemente, por supuesto también existen otras causas para el engaño. Por un lado, es la simple búsqueda de la variedad. En un momento dado, la atracción no busca a la mujer más hermosa sino a la nueva vecina o incluso a la nueva compañera.

Todo ello tiene poco que ver con el aspecto personal. Muchas mujeres cometen el error de meterse en discusiones como “Estoy demasiado gorda, demasiado fea, demasiado aburrida”. Estos son los reproches más comunes de las mujeres.

Es cierto, las mujeres con las que un hombre engaña no son atractivas. Muchas, a menudo, son objetivamente más feas que su pareja. Generalmente, poseen alguna cosa que la propia mujer no tiene, ya sea un trasero más grande o un color de pelo diferente. Debes creerle cuando tu marido te diga “No importaba”. Porque lo que entraba en juego era una nueva atracción sexual más que un sentimiento profundo. Son hombres, que tras la escapada, no son capaces de pronunciar ni siquiera el nombre o el color de ojos de su amante.

Algunos buenos ejemplos los encontramos repetidamente en los periódicos, en los que se demuestra que incluso las mujeres más bellas del mundo también son traicionadas.

 

La auto-afirmación masculina – el ego como motivación

Otro motivo del engaño masculino puede ser el comienzo de una crisis vital. El estrés en el trabajo u otros temores al fracaso pueden incitar a la búsqueda de la reafirmación en otra parte para encontrar cierta relajación.

El deterioro del propio físico juega también su papel, a la vez del hecho de sentirse atraído por un extraño. La sensación de que “falta algo”, de no haber saboreado plenamente la vida es otro factor importante. Esto, generalmente, va al mismo ritmo que el temor a envejecer. Los hombres con la “crisis de los 40”, inconscientemente van a la caza de mujeres mucho más jóvenes y ha sido durante mucho tiempo todo un cliché, convirtiéndose incluso en caricaturas de películas y narraciones a lo largo de la historia.

Sin embargo, en realidad, aquí se encierra un serio problema que puede ser difícil de resolver. Envejecer es complicado tanto para el hombre como para la mujer.

 

Los hijos como motivo del aburrimiento en la cama

Igualmente, un niño puede, con frecuencia, acabar con una relación. Originariamente se piensa que es el cúlmen físico de ésta, pero un niño requiere mucho tiempo y, a menudo, también espacio en el lecho conyugal.

Además los celos por parte del hombre a su hijo o su hija a veces pueden llegar a confundir la estructura de la relación. Al fin y al cabo, se le fuerza ahora a compartir a su mujer con otra persona. Si la mujer está frecuentemente cansada, o debido a otros problemas físicos debidos, por ejemplo, al nacimiento del niño, no se encuentra cómoda, todo ello puede llevar, al menos temporalmente, a una tregua en el lecho matrimonial.

 

Pensamientos constantes de fantasías insatisfechas

Y no por último, la infidelidad también aparece en las relaciones estables. El hombre, a veces, no encuentra la fantasía sexual que desea de verdad. Tal vez no tiene la valentía de expresarlo o no desea arruinar la imagen ideal que tiene la pareja con la que practica su actividad sexual con propuestas que el o ella perciben como “indecentes”.

Esto, en realidad, ayuda a la confianza y a la sinceridad. Un hombre puede contarle a su mujer todas sus fantasías eróticas, incluso aunque sean perversas y vivirlas con ella, en lugar de traicionarla.

Independientemente de los motivos que causan el engaño, es ofensivo, obviamente el hecho de que tu propio marido se acerque de manera íntima a otra mujer. Existen diversos modos de afrontarlo. Puede ir desde las fuertes acusaciones en una discusión hasta la separación. No obstante, dependiendo de la causa del engaño, hay otras salidas.

Por ello, es importante hablar abiertamente con el otro y no interrumpir nunca la comunicación. Sin embargo, el solo intento del hombre de entender la situación provoca con frecuencia la luz entre las tinieblas. Otra posibilidad es compartir y practicar con el otro las fantasías sexuales. Porque si lo pensamos bien, la traición es más tremenda y ofensiva si ocurre a escondidas.

 
¿Cuál es tu opinión? ¿Qué piensan los hombres cuando engañan?