“Para realizar un engaño siempre son necesarias dos personas”. Seguramente ya has oído esta frase.
Efectivamente, según un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Gotinga en Alemania, el 49 % de los hombres y el 55% de las mujeres han admitido haber sido infieles al menos una vez en el transcurso de su vida.
Esto denota una cierta igualdad entre los sexos cuando se trata de infidelidad, aún si las mujeres parecen ser ligeramente más activas en este sentido. ¿Son simplemente más honestas que los hombres al responder a preguntas embarazosas? ¿O son realmente más agresivas en la elección de la pareja? Después de todo, un tercio de las mujeres solteras entrevistadas ha afirmado que no tendría problemas en iniciar una relación con un hombre casado.
La búsqueda del éxito y del reconocimiento – La pareja como trofeo
Seguramente tienes presente la imagen de la clásica esposa del futbolista, cuyo único propósito es ser bella, haciendo que él luzca bien. Claramente, cada macho alfa tiene la necesidad de una mujer alfa, y este es un rol muy codiciado.
Página de "aventuras" galardonada
En una sociedad tan competitiva como lo es la nuestra en el día de hoy, las mujeres se encuentran en posición de competidoras directas, por lo cual la posibilidad de robar la pareja de una rival, sobre todo si se trata de un hombre exitoso, es un logro que las hace sentir superiores y especiales.
El hombre cazador obsesionado con el sexo – ¿Un mito?
Estudios recientes demuestran que las imágenes del cazador macho que persigue su presa femenina con el arco y las flechas de Cupido tienen origen en las antiguas tradiciones y representaciones artísticas que poco tienen que ver con la realidad.
A menudo, en cambio, son las mujeres quienes dan el primer paso. Las mujeres disponen de un repertorio comunicativo más amplio, se hacen menos problemas para dirigirse a un hombre en forma directa y, finalmente, pueden siempre disfrutar del poder seductivo del lenguaje corporal y de las miradas elocuentes. El cazador, así, se transforma en presa, y a menudo no puede decirse con certeza quién ha lanzado el anzuelo en un primer lugar.
El anillo nupcial – Marca de garantía en lugar de emblema sin valor
“Aseguraos de que vuestro corazón haya elegido el corazón indicado con el cual unirse, antes de unirse por siempre”, recita un verso -traducido libremente- de la “Canción de la Campana“ de Schiller. A parte del hecho de que, en la vida frenética de hoy, es siempre más difícil cultivar cualquier cosa duradera, con el pasar del tiempo también evolucionan nuestras exigencias en relación al amor. ¿O quizá aún estás enamorada/o del ídolo de tu adolescencia, que en ese momento te parecía ideal? Parece ser un hecho el que las mujeres, con el avance de la edad, se encuentran cada vez más atraídas por características masculinas como el sentido de la responsabilidad y la fiabilidad, mientras que el estado físico y el encanto erótico pierden gradualmente importancia. Un reflexivo padre de familia con los pies en la tierra es un hombre que ha probado su valor en muchas situaciones y que, por lo tanto, es percibido como una pareja más fuerte y más atractiva que simplemente un muchacho majo. Para muchas mujeres solteras a partir de los 30 años, quienes quizá han renunciado a encontrar el hombre perfecto, pero ciertamente no a su deseo de maternidad, un hombre casado puede parecer un príncipe fabulesco por el cual vale la pena luchar.
El amante casado – Tiempo de calidad en lugar de rutina cotidiana
No necesariamente debe ser el tictac del reloj biológico marcando cada vez más insistentemente el que hace que las mujeres solteras consideren tener una relación con un hombre casado. Las mujeres de hoy en día son capaces de disfrutar de la vida de manera consciente y emancipada: vivir libremente la propia sexualidad es parte fundamental de este estilo de vida independiente. Aún si no pueden -o no quieren- tener un hombre casado sólo para ellas, una aventura con él puede hacerles sentir una intensa pasión. Mientras él es libre de redescubrir su identidad de conquistador romántico, que creía perdida para siempre en la cotidianeidad del trabajo y de la familia, ella puede saborear las atenciones de un hombre que es capaz de apreciar el valor de una relación vivida intensamente, y que seguramente no le pedirá jamás que le lave los calzoncillos o le planche las camisas.
Para concluir: la infidelidad – ¿Más sexo o más que sólo sexo?
Entre las causas que llevan a la infidelidad, la insatisfacción respecto a la propia sexualidad se ubica claramente entre las más usuales. En promedio, después de tres años de relación se registra un significativo descenso de la actividad sexual en la mayor parte de las parejas. A menudo, en contraste con los típicos estereotipos machistas, es justamente el hombre quien suele ser más propenso a estimular esta caída de la libido. Horas extraordinarias de trabajo, noches pasadas frente al ordenador e incluso la clásica excusa del dolor de cabeza son señales típicas de una estrategia de evitamiento que -paradójicamente- en realidad no es otra cosa que una expresión de deseo sexual insatisfecho. Todo esto no se verifica en la vida de los hombres y de las mujeres que, en el ámbito del estudio previamente citado, han declarado entregarse a la loca alegría con amantes por fuera del matrimonio. ¿Qué se obtiene, entonces, de la infidelidad? ¿Más sexo o más que sólo sexo? El amor lo definimos a través del modo en el que lo vivimos.
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